lunes, 10 de marzo de 2008

La España Bicolor

El señor Mariano Rajoy, que ha dado muestras de estar mucho mejor dotado para la videncia que para la presidencia, acaba de dar un golpe de efecto, un poco tarde ya desdeluego, al acertar de pleno con aquellos terribles augurios que predecían la ruptura irreparable y caprichosa de España usando aquello que ha quedado para el resto de los tiempos como icono verbal del nacionalismo español revolucionario(como ha cambiado la vida, que diría mi abuela) de:"¡que se rompe Españaaa...!". En efecto don Mariano, o el Nostradamus de Génova, estaba en lo cierto cuando nos avisó, con ese terror facial que le tuerce la cara hasta temer por su propia salud y esa abertura ocular que lo convierte en paradigma del gesto de asombro, de que España iba derecha a la izquierda con parada en la desmembración territorial en ese "camino sin Dios" en que nos llevaba el señor Zapatero. España se ha roto, sí, pero por la mitad.

Tras unas elecciones, uno de los más tradicionales entretenimientos matutinos que se suele desayunar es el de descifrar el jeroglífico de los "quesitos". Esos vistosos quesos, que somos nosotros curiosamente, llenos de colores y formas diferentes y que representan la soberanía popular. Cada partido de un color y el quesito tan dividido que siempre surge la pregunta de porqué no harán el quesito un poco más grande, para que fuera "queso", sin diminutivos, y para ver más nítidamente el ínfimo trocito que este año le tocó a los buenos de Izquierda Unida. Pero este año nos han reducido el tiempo invertido en descifrar el famoso quesito. Todo el queso para repartir entre, prácticamente, dos únicos partidos. El colmo del aburrimiento, el colmo del bipartidismo.

España no se ha roto por sus extremidades señor Rajoy, se ha roto en su mitad, desde el estómago y dividiendo la cabeza y el corazón en dos. Y mientras el consuelo de muchos se centra en celebrar los repuntes electorales de sus respectivos, o el desvanecimiento de las propuestas nacionalistas, o la debacle de los comunistas ( kamikazes antipeperos que salieron a empatar y se llevaron tres), o en suspirar aliviados ante la imposibilidad de un regreso a la regresión con los populares, a mi me da por fijarme en las melancolías bicolores de las mujeres de los candidatos que ayer tuvieron su momento de protagonismo y que humanizaron, con sus gestos entre protocolarios y despistados, una campaña agria, previsible y simplificante que nos deja sin alternativas de ningún color, dos muertes políticas, Llamazares y Rajoy, un luto indecente, y muy pocas ganas de hablar de política, con lo que nos gusta a algunos.