jueves, 12 de marzo de 2009

Los blancos también sufren estrés


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Siempre necesitamos pruebas físicas. El esfuerzo, la decadencia o el éxito deben ser contrastados con evidencias visuales. No basta con sentirse feliz o con estar sintiéndose deborado por la desesperación, además hay que convencer de que esto es así. Y este imperativo social, garantía de negocio para cirujanos plásticos, hosteleros e investigadores de píldoras antidepresivas entre otros, es una de las armas más eficaces con las que cuentan los asesores de imagen de nuestros (o vuestros, o suyos) políticos. A Obama se le pone el pelo blanco y el revuelo que se organiza es planetario. No es mi intención sembrar la duda sobre si las canas son postizas o veraces, daría igual. La sospecha, en cualquier caso, surge cuando se percibe cómo uno de los grandes dramas del hombre maduro, la aparición de esas huellas inaceptables del tiempo y la experiencia que son las canas, son convertidas en trofeo, en gloria del encanecido. Cuando es Obama el damnificado, la presencia de pelos blancos justifica dos cosas: que el drama de la crisis mundial no es moco de pavo y que "el hombre que reinventó la esperanza" (parafraseo a un conocido) no está felizmente desparramado sobre el mullido sillón del despacho oval indiferente al caos. La opinión pública es un camaleón imprevisible, hoy se muestra de un color apasionadamente y mañana torna a otro sin compasión. Obama lleva 50 días en el cargo y muchos de los que le rodean ya piensan en (con la que está cayendo) conservar intacta o mejorar en lo posible su imagen. ¿Cómo?, afeándolo inteligentemente con unas canas de currante vulgar, preocupado y responsable. Llamadme mal pensado.

Pero, ¿qué pasa con los blancos? Pues hay que reconocer, que los blancos también sufren de estrés. Nadie parece caer en la cuenta de que Zapatero, el hombre del cambio tranquilo, el de retirar las tropas de Irak, el del matrimonio homosexual, el de "vamos a follar...", también ha sufrido un cierto deterioro físico en los años que lleva con nosotros. Como vivimos en una democracia, ( el sesgo de la percepción según las afinidades políticas disculpa cualquier maldad, o eso nos enseñan los políticos) podemos estar seguros de que tras la afirmación: "este Zapatero, demasiado bien se conserva", unos verán entereza, maravillas del optimismo antropológico y salud; y otros verán indolencia, pasotismo y poca verguenza en definitiva. En cualquier caso, suficientes o insuficientes, las marcas del rigor de la vida presidencial ahí están. Marcas que empiezan a ser pliegues profundos, visibles no solo en su piel, sino también en el apoyo y la confianza de la gente.

Zapatero está en estos momentos ciertamente enpequeñecido. Tiene ahora más presencia de político, con más aplomo y confianza en sí mismo. Y aunque el ritmo de su oratoria sigue siendo tedioso y previsible, ha ganado en gravedad y oficio. Sin embargo, por momentos, desaparece. Y no se sabe bien si es que está escondido, o sigue ahí, pero tan pequeño y reducido que nadie puede verlo. ¿Se lo habrá tragado el monstruo de la crisis? Hay varios medios muy interesados en dar la noticia, así que si aún no tenemos la exclusiva en las manos será porque sigue con vida. Zapatero tiene varios "Godzillas" que lidiar además del de la crisis, una crisis inabarcable y espuria, cada vez más desenraizada y que nadie alcanza a medir. Pero otro de los monstruos que lo amenazan se llama Euskadi. Allí, un resultado que en un principio pareció el éxito que paliaba el fracaso gallego, está condenado a frustración y desengaño. Aliarse con el PP supondrá el rechazo de un electorado que se puede sentir traicionado. Supondrá además la expresión de una actitud frentista que emulará los pasados gobiernos nacionalistas; un posible recrudecimiento del extremismo soberanista; la pérdida de un aliado seguro en el parlamento; etc. Si por el contrario, prueba a gobernar con el PNV, el PSE se expondrá a perder la lehendakaritza; a renunciar al vuelco político e histórico que supondría un lehendakari socialista; a que el PP tuviera otra arma arrojadiza que usar en Madrid; etc. Ninguna solución es gratis, pero gobernar junto al PP, a priori lo más probable, defraudará en Euskadi y reeditar ese gobierno resultará casi imposible. El otro monstruo, el gallego, ya se ha cobrado su víctima, Touriño. El culebrón (un monstruo reptil) de los jueces, Garzón, las escopetas y la imprudencia, se tragó a Bermejo. Y el último fracaso colosal vaticinable. es el de la más que probable pérdida del Pez gordo, Pedro Solbes.

No son momentos fáciles para Zapatero. A sólo un año de su segunda victoria electoral, el presidente vive esquivando errores propios y trampas ajenas, componiendo puzzles imposibles y combatiendo monstruos conocidos y desconocidos. Necesita buenas noticias, noticias ansiolíticas, algo improbable en estos tiempos. Mientras, el estrés sigue deteriorando su imagen, a la par que su credibilidad... al contrario que a Obama, misterios de la oportunidad política.

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