jueves, 6 de noviembre de 2008
El Misterio de Obama; o ¿quién sujeta el cartel que reinventó la esperanza?
Barack Husein Obama, con este nombre, negro, y con una biografía radical y desarraigada, ha llegado a la presidencia de Estados Unidos. Un tipo culto, con aires de idealista pero preocupado por no parecer un político frívolo, siempre algo flemático e inexpresivo, consciente de que la sonrisa fácil le puede hacer más vulnerable a las críticas por su inexperiencia. Un aparente milagro que pierde connotaciones de excepcionalidad si tenemos en cuenta una de las claves del extraordinario éxito, y es que viene a suplir a George Bush hijo (de..), uno de los personajes más nefastos de la historia del mundo, asesorado por el peor grupo de consejeros y políticos de todos los tiempos (la sola inteligencia de Bush no da para idear tanta ignominia en tan poco tiempo). Si eres negro pero vienes con tu atractiva planta, con un eslogan de obvia elección pero acertado, tienes una oratoria que convence al intelectual y al fontanero (dichoso), y tienes una familia negra pero muy fotogénica y bien avenida, solo te falta que seas el sucesor de un imbécil y que tu rival tenga setentaitantos (con la Palin como reclamo de la mujer moderna!!). No es una revolución pero sí un "cambio"(la palabra mágica) significativo.
De todos modos, para los europeos de izquierdas más optimistas, quiero recordar que Obama ha dejado claro una serie de términos que, más allá de sus grandes frases, vienen a marcar los límites de su no tan atrevida ni valiente actitud de cambio. Afirma que está a favor de la pena de muerte, que sigue defendiendo la economía de mercado y que su lucha estará destinada a su sostenimiento, que va a considerar la legítima defensa de su país como una de sus prioridades, que cree necesario el mantener el apoyo económico a las instituciones religiosas, etc. Estas ideas pertenecen también al complejo conglomerado de su propuesta electoral, donde hay que reconocer que también tienen cabida la parcial restauración de la sanidad pública estadounidense, la retirada de las tropas de Irak, la desaparición de la ilegal cárcel de Guantánamo, el cambio en las relaciones internacionales y su compromiso con la ONU, etc. En definitiva, estamos hablando del nuevo presidente electo de EEUU, y eso significa no salirse de un guión de mínimos imprescindible para que te voten 70 millones de americanos. ¿Revolución?, si comparamos con España, hasta Zapatero se mojó más en sus primeros 4 años, de eso no hay duda. Pero para EEUU esto sí puede estar suponiendo algo así como el principio de una nueva era, un desvío que no les ha de llevar a lugares demasiado exóticos, pero que puede suponer un giro serio en el trayecto que venía trazando el gobierno anterior. El resto del mundo le mira con esperanza pero con crédito cero, aún no merece más.
Yo le deseo la mejor suerte y espero que las lágrimas vertidas por los soñadores de buena fé sean un peso constante en su conciencia, y los sueños valientes de los que creyeron en él sean inspiración en los momentos (que llegarán y pronto) en los que la "real politique" intente condenar las esperanzas a meros esloganes electorales.
jueves, 30 de octubre de 2008
Tanto de que hablar, tan poco que añadir.
Como hay tanto de que hablar y en estas circunstancias los periodistas no dejan de hacer documentales, especiales informativos, columnas superespeciales, y otros lucrativos negocios, lo de opinar no creo que sea ahora mismo lo más necesario. De todas formas prometo volver a escribir, con asiduidad, aunque solo sea porque algún amigo mío no me llame "dejao" y que además demuestre buen criterio. Hay mucho de que hablar amigos/as, pero hoy, hay poco que añadir.
lunes, 10 de marzo de 2008
La España Bicolor
El señor Mariano Rajoy, que ha dado muestras de estar mucho mejor dotado para la videncia que para la presidencia, acaba de dar un golpe de efecto, un poco tarde ya desdeluego, al acertar de pleno con aquellos terribles augurios que predecían la ruptura irreparable y caprichosa de España usando aquello que ha quedado para el resto de los tiempos como icono verbal del nacionalismo español revolucionario(como ha cambiado la vida, que diría mi abuela) de:"¡que se rompe Españaaa...!". En efecto don Mariano, o el Nostradamus de Génova, estaba en lo cierto cuando nos avisó, con ese terror facial que le tuerce la cara hasta temer por su propia salud y esa abertura ocular que lo convierte en paradigma del gesto de asombro, de que España iba derecha a la izquierda con parada en la desmembración territorial en ese "camino sin Dios" en que nos llevaba el señor Zapatero. España se ha roto, sí, pero por la mitad.
Tras unas elecciones, uno de los más tradicionales entretenimientos matutinos que se suele desayunar es el de descifrar el jeroglífico de los "quesitos". Esos vistosos quesos, que somos nosotros curiosamente, llenos de colores y formas diferentes y que representan la soberanía popular. Cada partido de un color y el quesito tan dividido que siempre surge la pregunta de porqué no harán el quesito un poco más grande, para que fuera "queso", sin diminutivos, y para ver más nítidamente el ínfimo trocito que este año le tocó a los buenos de Izquierda Unida. Pero este año nos han reducido el tiempo invertido en descifrar el famoso quesito. Todo el queso para repartir entre, prácticamente, dos únicos partidos. El colmo del aburrimiento, el colmo del bipartidismo.
España no se ha roto por sus extremidades señor Rajoy, se ha roto en su mitad, desde el estómago y dividiendo la cabeza y el corazón en dos. Y mientras el consuelo de muchos se centra en celebrar los repuntes electorales de sus respectivos, o el desvanecimiento de las propuestas nacionalistas, o la debacle de los comunistas ( kamikazes antipeperos que salieron a empatar y se llevaron tres), o en suspirar aliviados ante la imposibilidad de un regreso a la regresión con los populares, a mi me da por fijarme en las melancolías bicolores de las mujeres de los candidatos que ayer tuvieron su momento de protagonismo y que humanizaron, con sus gestos entre protocolarios y despistados, una campaña agria, previsible y simplificante que nos deja sin alternativas de ningún color, dos muertes políticas, Llamazares y Rajoy, un luto indecente, y muy pocas ganas de hablar de política, con lo que nos gusta a algunos.
miércoles, 20 de febrero de 2008
Elecciones, tristeza y kosovarismo.
A este lado de la noticia, el noticiando se halla aburrido de la paupérrima capacidad de entretener de los políticos (es lo poco que se les exige habida cuenta de que están empeñados en mandar mensajes directos, mediáticos, publicitarios, porque ellos saben que no nos interesan los grandes discursos de ideas en los que se apoya el sentido de propuesta que debe tener toda opción política). Le pagan una pasta a unos señores encargados de sintetizar toda su esencia ideológica en pocas palabras, en fotos bien estudiadas, en destacar tres decisiones que tuvieron la aprobación de las encuestas en su día y aún así, el aburrimiento ganaría hoy con mayoría absoluta (tipo las mayorías de la democracia de Fidel, hasta hoy claro) estas elecciones. Todas nuestras esperanzas de entretenimiento, intelectual o no, han quedado reducidas al doble debate cara a cara de los aspirantes que se darán proximamente. Y si eso es una esperanza, ya puedo ir desempolvando la bandera del centenario del Sevilla porque seguro que este año volvemos a ganar la copa de Europa.
En fin, no conocí nunca un antídoto más eficaz contra la tristeza que la ironía, que no es que te haga feliz, pero sí que te desplaza hasta una lejanía lo suficiente como para que la realidad se prensente menos poderosa y temible. Mientras yo discuto con la tristeza, tú busca alguna excusa," hoy hay partido", "tengo mucho trabajo", "María está con la depre y me tiene muy pendiente de ella", lo que sea, pero no hables bajo ningún concepto de política o de la realidad cotidiana. Kosovo será libre, pero tu tienes que sobrevivir aquí.
miércoles, 9 de enero de 2008
!No a la tortura, Sí al terrorismo!
Lo que yo me pregunto es, ¿todo el mundo tiene la misma autoridad moral para condenar la violencia?. El otro día un grupo de proetarras se manifestaba en contra de los supuestos actos de tortura producidos a uno de los dos etarras arrestados a principios de semana. Estos indignados manifestantes apelaban al derecho de protección de la dignidad humana; criticaban la tortura y el abuso de poder; exigían "humanidad". Sí, he dicho humanidad. Dan por hecho que todo el mundo sabe que la tortura física o psicológica y el abuso policial, son infinitamente más inhumanos que el asesinato, el secuestro o la extorsión. Y me temo que no todo el mundo tiene esa perspectiva de lo que es, o no es, humano. Algunos, incluso metemos en el mismo saco unas actuaciones y otras.
Si alguno de esos policías cometió delito y torturó o ejerció un ilícito abuso de poder contra uno de esos asesinos, debe pagarlo. Eso no es lo que hacemos quienes tenemos una común manera de entender la violencia. Personalmente, me parece delirante e irritante el contemplar cómo algunos aplican ese doble rasero a la hora de condenar la violencia. Una es violencia inhumana y la otra es política; una nace del abuso de la porra y la otra de la convicción de un derecho coartado; una amorata y rompe algún hueso de un asesino y la otra vuela en pedazos, dispara a la sien, secuestra durante meses, hace la vida imposible, o roba la libertad a seres humanos que piensan diferente. No son la misma violencia, es verdad que tienen bastantes diferencias. Y sin embargo a ambas hay que detestarlas. Ninguna funciona; ninguna arregla nada; ninguna es humana.
Sobre el problema de ETA poco falta por decir aún. Quizás el reto por abordar sigue siendo el problema político vasco, que es real y hay que mirar a la cara algún día, con sinceridad, mutua empatía y palabras inteligentes, o sea, constructivas. Si existe algún invitado indeseable en esta futurible reunión de las ideas, esa es ETA. Con ETA hay que hablar, sí. Hablar sobre su inutilidad y su punto final. Las últimas palabras que se dialoguen con ETA serán las que difuminen su historia, las que la conviertan en un ejemplo didáctico del pasado erróneo. Pero estas palabras son necesarias. Es más, son imprescindibles.
Mientras las grandes decisiones se hacen esperar, algunos tantean el protagonismo mediático con circenses espectáculos de hipocresía, colmando la irritación de los que no necesitan más razones para odiar y generando impotencia entre los que no necesitamos más mierda que siga pudriendo nuestra esperanza.